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La carga del mecanismo es función imprescindible en un reloj mecánico. Para quienes lo encuentren aburrido, hay modelos que funcionan hasta 50 días sin interrupción.
Una de las desventajas más citadas para no pasarse a los relojes mecánicos es la dependencia que requieren sus mecanismos. En un calibre de cuarzo, el cambio de batería permite olvidarnos del reloj por años. Dejarlo en un cajón, recuperarlo pasados unos meses y comprobar que la hora y calendario siguen ajustados. En el caso de los mecánicos se pierde esta comodidad. Si es automático es necesario tenerlo en movimiento y en los manuales cargar su resorte interior girando la corona.
Tradicionalmente las reservas de marcha eran de poco más de 40 horas, esto es, dos noches seguidas y el mecanismo se detenía. Para muchos, la carga es una parte esencial de su encanto, para otros un engorro. Por eso, una de las tendencias del momento son las piezas con gran reserva de marcha. Patek Philippe recuperó el interés por estos mecanismos en 2000 con el lanzamiento del 5100, hoy descatalogado, de carga manual con marcha para 10 días. Ese mismo año IWC presentó su calibre 5000, el mismo que equipa el Portugués Automático de la imagen, con reserva superior a la semana.
Desde entonces han sido muchas las que han desarrollado calibres propios con gran reserva de marcha. En la competición que se ha convertido la relojería moderna, encontramos casos extremos como el Lange 31 de A. Lange & Söhne, capaz de funcionar sin interrupción durante un mes, o el más reciente y espectacular LaFerrari de Hublot, que tiene el récord actual en relojes de pulsera con 50 días. Más normales son las cifras de los relojes que traemos aquí, aunque suficientes como para olvidarnos de dar cuerda por unos cuantos días.
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